Era 5 de abril de 1928 cuando Marsella (Risaralda) vio nacer a Luis Felipe Uribe Henao. Su niñez estuvo marcada por un impetuoso espíritu emprendedor, heredado de sus padres.
Él, séptimo de 14 hermanos, inquieto y trabajador, tuvo que hacerse cargo de su gran familia muy pronto. Fue entonces cuando se adentró en los cafetales de la Cordillera Central, donde floreció su amor por la vida en el campo y la ilusión de una tierra donde el alimento nunca faltara en la mesa de ningún hogar.
Su esposa, Yolanda López Restrepo; hija de Jesús María López y Cándida Rosa Restrepo, le propuso un día que utilizara los $5.000 de su liquidación para, al fin, comprar los enseres de la casa. Sin embargo, don Luis Felipe le respondió: “Mija esos palos no producen nada, déjeme invertir en unas gallinas y luego le compro la sala que usted quiera”.
Con las primeras gallinas comenzó la historia de Don Pollo, un legado avícola que inició con cuatro manos y 500 aves, pero que hoy más de 1.300 personas siguen compartiendo con la fuerza de una infraestructura tecnificada y la tecnología más avanzada de la avicultura mundial.
Así, el liderazgo de un hombre tan generoso y sabio como el campo, acompañado de la fuerza de una mujer valiente, permanece vivo en 8 hijos que se aferraran a una historia que sigue creciendo después de más de 30 años.
Hoy Don Pollo es orgullo de su tierra quindiana y se proyecta ser líder en la avicultura nacional para continuar construyendo historias familiares que hablen de fuerza, pujanza, valentía y de hombres y mujeres alegres, que unidos, hacen que un país florezca entre la abundancia sostenible y la solidaridad humana.